viernes, junio 11, 2010

Despedida

Image: Hierson en "Mar o pose de la sesión de Universos"


Estos meses de silencio han servido para pensar la despedida. Isaac está cansado, algo tiene que no lo deja escribir. Isaac necesita vacaciones, algo tiene que debe huir a un lugar tranquilo. Isaac necesita hablar con su maestro el árbol, con su sabio Loro y con su fiel amigo el Gato... algo tiene que no sabe ya cómo comunicarse con ellos. Isaac regresará a la virtualidad de esta red, donde no sabe si lo leen o no. Isaac les quiere, por darle forma en su vista y lectura a baja voz. Isaac no se olvidará de ustedes. Isaac cada vez era más yo y menos él. Isaac Hasta pronto!

jueves, abril 01, 2010

N(h)ADA


Image: "Rabbits" de Rvben Fventes

À Ed


Soy un ojo

Soy y soy

Soy una “y”

SOL y Sombra

Soy un alguien

Soy sonido que se asombra

… doy un quién ve

Soy

… y siempre soy sin saber qué se es

¿Y?

… y no soy NADA

Nada con la hache muda

NADA con la mar profunda…

N-(h)ada soy

Soy mágica

Soy TODO

Soy mirada

Soy una ilustración

Soñada…

Soy… y dejo de ser

HOMBRE, No-hombre… para seguir siendo sin ser


miércoles, marzo 31, 2010

In-EDsperaDO

Découvrez la playlist Ici avec Faustine Seilman

miércoles, enero 27, 2010

Una Cajita

El siguiente es un fragmento de una carta. La carta que barajeó la timidez de mi destino. Participé en ella como epígrafe; pero no era para mí. El destinatario está aquí, en un lugar donde ahora siente amar.

***

Imagen: Cajita de Rvben Fventes


Fragmento de Carta perdida

EVA M. SALTIERA



Era más pequeño que en lo que imaginaba…
por eso no cabía en las imágenes
ISAAC GRUTHIER



Una cajita puede tener todos los secretos, los hilos y colores con los que se cuelgan las estrellas. Una cajita es una mano encerrada por el cartón, el papel; los vértices que se confunden con el dedo índice. Una cajita tiene las tres cartas más importantes del Tarot. Una cajita es donde cabrían mis cenizas, pero ¿para qué llenar con almas lo que ausencia ya guarda? Una cajita es un tesoro, el mío usted lo ve como un pirata en tierra prometida. Una cajita son mis poemas sin fin, sin punto que los distinga de los días. Una cajita es el corazón que sangra por una nariz tan tibia. Una cajita son mis manos de leche, como me decía, que se hierven en el pecho de los días. En ella resguardo los cinco valses de conocernos, valses de Debussy, ciegos como el corazón de nuestra Amélie. El primero: la despedida, con un paraguas roto y la lluvia acaecida por ser de agua, que al confundirse con su reflejo se estrella en ella misma. El segundo: la huída, con sus ojos llorosos contándome su vida en el andar de la tristeza; la partida de su hermano y las ganas de gritarle loco al diablo. El tercero: el luar, descubrió que la luna hace más brillantes mis lunares de la espalda y que si no toqué su sexo, fue por el respeto de amarle como el imposible día que no termina. El cuarto: la fuga, viajamos tanto que olvidé que esta enfermedad no es para viajeros; que es más sana la memoria cuando se guarda por olvidos o fotografías. El quinto: el secreto, sí, sí le amo; se lo escribo en presente porque todo mi intento de memoria está en usted ahora, porque sé que terminará el inicio del giro, porque si le lloro por huertos, el fruto ya no es destierro. Mi memoria, eso es usted ahora, cuando cierra los ojos me recuerda con un vestido rojo imitando a Mme. Bauvary o como en las fábulas falsas de un jazzista en Cortázar. El secreto, nuestro secreto: “no crea en el Tarot, él no lee al tiempo, no crea en el Tarot él no sabe del presente ni del presentimiento; menos aun cuando usted es la Papisa”. El mago que viene le dará ese secreto. No vea en mi mano la atadura, no vea en mis ojos su deseo; vea en el charquito los sonidos de dos dedos y haga de esa magia un tintero.


No le aclaro mucho con estos detalles; mis poemas son intentos de suelo y mis ficciones la forma en que la realidad encontró consuelo. Usted es mi gran ficción, mi pequeñuelo ¿recuerda? Aquél cuento que escribimos sobre lo imposible que es tocar con la nariz la barbilla del otro. Seguro lo recuerda, porque pasó tardes enteras tratando de tocar mi barbilla sin apoyo de dedos. Y lo logró, lo logró porque ese reto era para una ficción. Busque el cubo de azúcar que perdí, por favor, déselo a las hormigas; sabe que ellas me fascinan por ser lo más parecido a un humano en la modernidad. Le dejo este libro, es Shakespeare, perdón que no se lo dedique, pero el sueño que tengo, no se llevan con el título que tiene: La tempestad. Encontrará su botón por el que tanto berreaba, ahí está, lo guardé todo este tiempo; lo guardé, porque es despistado y no sabe que un botón de camisa es más importante que un calcetín de lana. Le dejo dos discos, sí, perdone si al oírlos sólo desea llorar; pero son importantes las lágrimas que se derraman por una “maga”, así nunca pasaré al inframundo, me quedaré en la sección de “Fantasmas”.


Debussy es mi agua, en el bebo los días que me restan y si ahora no le escucha, escúchelo cuando se sienta ya revelado de sí. Cuide, cuide mi planta del pie, sabe que duele en el frío y que a veces no me deja caminar. Perdóneme si al sangrar también le recuerdo a Leonard Cohen…



jueves, diciembre 31, 2009

Ah ti y Ah Hora


"Présent" de Isaac

A Ed

Vivir en pequeñez,
ir y detenerse;
tan pocas las hojas que me atan a dormir;
de tenerse, Uno se pierde
... de perdido se inclina a la Unidad.

Una asidad,
parar y voltearse
de crecer en la luz, perderse en tardes
de parar al instante, el tiempo sería hilo
... deshilacho que hilvana el corazón que Aquí Late
a kilómetros de la luna...

Hilo en el dedo: Ahora.

martes, diciembre 15, 2009

Diurno

Image: "Acontecer" de Isaac Gruthier


Cerró su mano y atrapó una mariposa.

Lloré. Lloré todo el camino hacia a casa, las fuentes no tienen agua y los ciegos ven con el corazón. El mundo condenado a caer en su rapidez que quizá sólo para con un semáforo en rojo. El cielo y sus nubes. Un destello color ladrillo. Una fuente encendida por el sol a contraluz. Una mujer llorando por algo que no sé y que a la vez me llama a saber. Una sombra. Una calle vacía. La gente se fue, por fin se fue, me pregunto a dónde. Calles vacías, y en el fondo un árbol con fachada azul. Miro aquella lámpara de dragón y sé que el sol es ya una ceniza en el universo… comienza así a UNIRversos.



miércoles, septiembre 30, 2009

A medida

Imagen: likeakiss de Rvben Fventes



Sopló tan fuerte su cuerpo, que imitando a la flor, se dejó desintegrar pétalo por pétalo en el viento.

Hay dos tazas en la mesa de centro.

La rigidez de su rostro siempre evidencia la tranquilidad con la que se mira a un tren partir. Nunca se altera por el movimiento, por ello, un par de tazas inmóviles, le son intrascendentes.

Hace algunos años no hubiese soportado que esas mismas tazas no tuvieran movimiento; hace algunos años habría corrido tras ellas y las hubiese traído de un lugar a otro; las hubiese dejado en el lavatrastos bocabajo para que se les quitase la palidez de porcelana. Hace algunos años su rostro tendría movilidad y movimiento, tendría líneas del sentir, líneas del tiempo, tendría la necesidad de un beso.

¿Cómo soporta la inercia?

¿Cómo soporta que el único movimiento sean las imágenes que hace su cabeza?, ¿Cómo siente el andar, sí sus piernas reposan en una silla de ruedas?

… Hace unos días, hubiese tomado un lápiz, hecho un boceto; hubiese pintado de azul y flores el rededor de su cuello; hubiese roído al tiempo, andando a paso seguro quitándose las ruedas.

Quedó prensado entre el camino y las vías.

Del impacto su vista quedó sin movimiento. Su grito, por más fuerte que él lo dio, fue un grito hacia dentro, que lo único que dejó fue silencio en el latido, en cada parte del cuerpo. Sopló tan fuerte que su cuerpo, como tirado en el desierto por la desolación, dejó enterrar su andar a la paraplejia, como si la inercia fuera ahora su mayor movimiento.



martes, septiembre 01, 2009

Tres minutos, nuestra realidad



A Ed
Image: Magia de Edmundo Martínez


Cerrar los ojos.

Buscas al tiempo en cualquier lugar, pero se sabe, hasta donde un dedo alcanza a señalar que el tiempo es una fracción, une instantes: hilo y aguja. Contrario a la línea, en él no existe repetición. Las manecillas jamás tocan a un segundo y un segundo es más efímero que el Sol, salen a la luz y mueren a deshora. Si tomas el vaso de agua que una noche antes dejas bajo tu cama, el agua hace recordar los sueños, decías. Pero ahora, ensoñándote te dejas, aprietas la almohada y duermes.


Pies helados. El mar sube, y con él el pulso y destello de su rostro sigue encantado a la luna.

Duermes entre peces, nubes y tu diario, recuerdas entre sueños lo que más te cautivó en ese día que ya no es Hoy, pero que mantiene intacta la imagen de ser. Siempre has tenido alas, hundes tus pies en la fuente de un parque, la gente te mira admirada. Sonríes y tus pies toman la plácida forma del agua. Ahí te vi, caminando descalzo y con pies hundidos y entonces me emocioné.


Le bastan tres minutos a un árbol para desnudarse en el viento, en tres minutos una estrella se desintegra entre el él y allá; tres aceleradas espirales de madera bastan para que la punta de un lápiz asume su nariz, tres minutos vive una burbuja, tres minutos y un corazón acelerado… tres, siempre y una-Tres. Me enamoré.


Image: Mundo Ed de H.


Desperté.

Maga, pasó. Bajo un árbol, mientras le abrazaba y decía a su oído que pronto quedaría ciego, que cada noche escuchaba palabras haciendo al mundo y a veces me atemorizaba hacerlo tan raramente. Que mientras viajaba en el autobús miraba cuán irritada es la calle. Le confesé que me gusta el azul y que siempre he deseado pintar una casa con las sombras de los árboles. Le platiqué de ti, Maga, de que solías hacer periplos entre la cuchara-el plato-y-la sopa. Le conté de la ficción que eras y tu enorme compromiso de amar. Le dije en tono bajito que lo amo y que entonces podría estar con un cuerpo prestado, en otros zapatos, dentro de un frasco… o sencillamente posado en algún lugar, pero que aún así no le dejaría de amar. Entonces, sonó entonces. Un timbre. El árbol que nos cubría, se agitó. Fue el único en agitarse, los demás arboles mantenían el estoicismo de la realidad. ¡Algo nos dice!, grité. – ¡Nos dice, nos dice que es!, me gritó ensoñado. Le abracé, dejé la baja voz a un lado y lo besé.

Hilo en el dedo, recuerdo: los árboles dicen que amar es el viento… las alas y olas son pequeñas palabras que alcanzan su alud en la voz.

Sigo despierto; sus pies mojados y fríos se calientan cerca de mí.

Aún no hago que las palabras le aprehendan, aún mi cuerpo es aire; pero tres minutos leyendo, en anagrama, me hacen amarle…

H.

Septiembre 01, París.